Desde hace
tiempo que las empresas contemplan, con una frecuencia semestral o
preferentemente anual, la asignación de incentivos extrínsecos. El fundamento o
razón de ello se encuentra en la clásica premisa: mayores recompensas económicas aseguran mayor productividad.
No sólo los hechos importan
Cuando
predomina lo material sobre el sentido común, pareciera que al ser empresario
le cuesta aceptar todo aquello que no logre sumar mejores resultados y
dividendos. Pero lo que este ser no sabe, aunque él también es humano, que no
todo se mide o se compra con dinero.
Si una
empresa depende, tal como si fuera el estímulo condicionado de Pávlov, de
prometer un plus de dinero si se alcanzan los objetivos deseados, evidentemente
está en problemas. ¿Por qué? Porque si bien no está mal alcanzar el objetivo
anual preestablecido y funcional con la estrategia corporativa, no por ello
éste debe condicionar al personal a un estímulo pecuniario extra. Si ello es
necesario, evidentemente es porque algo falló en el planeamiento previo.
Tal vez
alguien podrá pensar, entonces, que sí vale cuando se amplía el objetivo para
capitalizar una oportunidad de corto plazo. Lamento decir que también aquí es
incorrecto. ¿Por qué? Porque si es una oportunidad y su logro es viable, no hay
mejor estímulo para el ser humano que probarse a sí mismo para tal desafío, tal
como lo hacen los deportistas de elite.
El trabajo, un compromiso de todos
Cuando en
una organización existe un alto sentido de pertenencia y respeto hacia el
empleado, y éste se siente valorado y autoestimulado en lo que hace, es
altamente probable que no necesite un “bonus” para sentir que su trabajo ha
sido y es considerado de valor. Ahora bien, cuando esa empresa retribuye por
debajo del nivel salarial correspondiente, porque piensa que luego con el bonus
lo hará sentir bien al empleado, implícitamente hay en ello un comportamiento
no ético.
El empleado
hoy es el que hace viable y sustentable a la empresa, a partir del aporte
creativo, la innovación y el conocimiento. Pero cuando este perfil de empleado
ve que el proyecto de la empresa no es atractivo ni funcional para su plan de
carrera laboral-profesional, será el primero en marcharse. Esto lo sabe muy
bien la organización, de allí que erróneamente intenta y de modo tardío retener
a sus talentos con el bonus o un ajuste eventual del salario.
Se trabaja para vivir y ser
Si la
empresa necesita de empleados de valor deberá retribuirlos por lo que valen,
poniéndose incluso a su disposición para que la visión se logre en tiempo y
forma. Por tanto, “prostituirlo” con incentivos extrínsecos delata a esa
empresa por su falta de tacto y responsabilidad social para gestionar a las
personas. Y lo que es peor, es sumirlo a un condicionamiento que poco y nada
tiene que ver con la dignidad y el respeto humano.
¡El
portador de Tu Marca Personal necesariamente es un ser automotivado y entrenado
para superar los desafíos y las crisis de su carrera profesional, pero poco
permeable a los incentivos extrínsecos o especulativos!
José Podestá