Profesiones Móviles

19 noviembre 2017 ·

Salvo que desde pequeño uno tenga decidido a qué se va a dedicar en la vida, no es lo usual en la gran mayoría de los casos. El mayor riesgo que aquí se presenta es cuando los padres “pretenden” –aunque sea de buena fe– influir para que el hijo continúe con la empresa familiar o, lo que es peor, que elijan aquélla profesión que a “ellos” les hubiera gustado realizar pero que, por distintas circunstancias, no lo pudieron concretar.

El problema que los padres ocasionan a sus hijos con tal actitud es lamentablemente traumático. ¿Por qué? Por la simple razón de no tener en claro –o bien no darse cuenta– que para nada pueden “detentar” para sí la vocación y el destino de sus hijos. Cada uno de nosotros ha venido a la vida para llevar a cabo “su” misión, no la ajena. Por supuesto que en algunos casos podrá darse la “coincidencia” que el hijo “decida” ser el continuador del derrotero de sus padres; ello ha de ser así por una razón cierta del destino, pero nunca por el deseo de sus progenitores. Además, seguramente ustedes saben de algún conocido que, para no contrariar a sus padres, siguió sus deseos y más tarde debió cambiar de parecer porque no era lo que “sentía” que debía hacer.

Elección personal

Escoger una profesión, actividad u oficio es un acto individual que hoy en día no deja de ser difícil, sobre todo por de la sobreoferta de las especializaciones vigentes y la incertidumbre del contexto. De allí que muchas veces la persona inicia una determinada carrera o trabajo y lo abandona al poco tiempo, hasta que al final de las experiencias vividas logra encontrar su camino. Una forma de minimizar las consecuencias de tal proceder, es partiendo del impulso interior y meditando acerca de la misión a la que se está llamado a llevar a cabo. Por supuesto que se trata de un “esfuerzo” mayor, pero si uno desea saber acerca de las “consignas” que anidan en el ADN de su existencia, nunca las podrá encontrar en el mundo exterior.

Otro dato de la realidad tiene que ver con la corta vida útil que tienen algunas profesiones, al quedar marginadas o superadas por los cambios culturales y tecnológicos. A diferencia de lo vivido por nuestros padres y abuelos, hoy nada asegura que la profesión elegida nos acompañe hasta el final de nuestro camino. Lo más probable es que en dicho trayecto debamos “aggiornarnos”, en más de una oportunidad, si realmente queremos ser consecuentes con la vocación de vida. Por ejemplo, al médico que acaba de recibirse para ejercer como cirujano en una determinada especialidad, hoy nada le asegura que podrá hacerlo durante mucho tiempo; es muy probable que el que termine “operando” no sea él sino un “tercero”, motivo por el cual deberá “especializarse” tanto en el manejo de un robot como en la impresión 3D de órganos y “otros” implantes para seres humanos.

Por supuesto que no se trata de tener que llegar a cambiar radicalmente de profesión, aunque la elegida haya sido la de traductor público. Si uno ha partido de una correcta elección, la “movilidad” que demande el cambio se podrá canalizar como una “nueva” extensión de la profesión original, tal como quedó ilustrado en el ejemplo anterior.

Ahora es distinto

Si el cambio continuo es el impulso que nos moviliza y nos “sorprende” en el día-a-día, es muy poco lo que podemos hacer al respecto. Sin embargo, como todos tenemos nuestro proyecto vinculante con la misión-propósito de nuestra existencia, sí debemos estar muy atentos a las nuevas tendencias –hasta podríamos en algún momento llegar a ser parte de las mismas– que irrumpen en la sociedad. ¿Por qué? Porque de esta forma evitaremos vernos afectados de un modo imprevisto, con las consecuencias que ello tiene.

Entonces, si estamos insertos en una realidad en donde las cosas y las relaciones humanas se van “licuando” de un modo acelerado, debemos estar preparados y convencidos que cada uno de nosotros será el responsable de su devenir: ¡Es a lo que hemos venido!

Por otra parte, para nada se pueden extrapolar las experiencias del ayer al hoy, por la sencilla razón que dejaron de ser funcionales para el presente de las personas. Son las circunstancias actuales las que importan y a partir de las cuales producimos nuestras experiencias.

Lo que se impone como desafío personal es no descuidar ni omitir el tener que ir “metamorfoseando” la actividad-profesión en post de la vocación y el legado que cada uno sienta que debe ofrendar en beneficio de sus prójimos. Más allá de ser una exigencia que te saca de la “zona del confort”, no deja de ser beneficioso tanto para el desarrollo individual como para el fortalecimiento de tu Personal Branding

 ¡El portador de Tu Marca Personal sabe que tanto en su vida de relación como en lo laboral-profesional, necesita ir “surfeando” sobre el devenir del cambio, para no perder de vista el rumbo que le demanda su misión!

José Podestá

 

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