Así como
alguien puede tener un impulso “deliberado” a copiar-plagiar algo ya existente,
también puede ocurrir que algún ser humano piense lícitamente y lleve a cabo
una idea que ya fue implementada por otro. Mientras al primero le asiste el
rigor de la justicia por haber procedido con dolo, el segundo es muy probable
que deba fundamentar que lo suyo fue fruto de un pensar autónomo, que para nada
estuvo basado en algo ya existente, por la sencilla razón de no haber tenido un
conocimiento previo de ello.
En la vida
corriente suele ser una práctica bastante frecuente que un competidor realice
un “me too”, es decir, lanzar o reformular productos y servicios que
tienen un gran parecido con los ya existentes en el mercado, a pesar que ello
va en contra de la lógica y del factor diferencial sustentado por el marketing.
Ello es así en el mundo de las empresas, a raíz de la sobreoferta existente y de la necesidad que
tienen las organizaciones de generar rotación e ingresos cada vez más rápido.
Sin embargo el resultado no siempre es el deseado, básicamente por dos motivos:
- El cliente
o consumidor está hoy informado y no está dispuesto a ser engañado, salvo que
la relación costo-beneficio de alguna propuesta le resulte de su interés.
- Por el
reguardo legal y marcario que los damnificados activan de inmediato.
La gente no es tonta
Si bien
sabemos que existen personas muy desubicadas y soberbias que subestiman a sus
prójimos porque los consideran “inferiores y poco inteligentes”, en el hoy es
algo que felizmente no se puede admitir ni justificar. ¿Por qué? Porque gracias
a la fluidez y el acceso a las fuentes de información, el ciudadano detenta el poder que le brinda la información y lo
hace valer en el proceso de su toma de decisión.
Dentro de
las organizaciones suele ocurrir lo mismo, toda vez que intentan “uniformar” al
personal o lo que es peor, “clonarlos” para evitar las asimetrías que les
impacta en el costo laboral. Sin embargo, por lo mencionado precedentemente el
empleado también detenta el poder al
acceso a la información interna de la empresa, más la visibilidad derivada del
comportamiento no ético de algunos de sus ejecutivos.
Finalmente,
el riesgo también está latente en el posicionamiento del Personal Branding. No
suelen ser pocos los que aspiran “mimetizarse” con la imagen de aquellos que
consideran sus líderes o modelos referenciales, cuando en realidad de lo que se
trata en Tu Marca Personal es de ser único, distinto y original.
Justamente el desafío está aquí en saber “integrar” el nombre y apellido a la vocación –proyecto, trabajo o profesión–
que se está llevando adelante y que en un futuro podrá llegar a constituirse en
un legado para los prójimos.
Lo mismo, pero distinto
En la
práctica, todos terminamos en nuestra actividad o profesión partiendo de un
genérico –médico, psicólogo, supermercadista, editor, consultor, etc. Salvo que
se trate de una creación original, personal, lo cierto es que nos involucramos
en un proyecto sabiendo que ya existen “colegas” que han pensado hacer lo
mismo. Sin embargo, por nuestra personalidad, vocación, actitud y talento, nos vamos a esmerar en hacerlo de un
modo diferente porque para nada nos seduce restar en la vida, sino sumar.
Utilizando
una expresión habitual del ámbito empresario, aspiramos de muy buena fe brindar
un “valor agregado” en lo nuestro, ya sea en el estilo-forma de cómo lo
llevamos a cabo, valorando la importancia, el servicio y el respeto que se
merecen nuestros destinatarios, cuidando evitar perjuicios a terceros, etc. En
la medida que lo tengamos asumido e integrado en el hacer diario, nuestra
actividad-profesión tendrá para los demás un perfil distinto, a pesar que se
trate del mismo genérico que otras personas también lo vienen llevando a la
práctica.
Como podrán
imaginarse, el Personal Branding en este caso adquiere otro matiz y dimensión.
Como ya lo he mencionado en otras oportunidades, no se trata de estar pendiente
de ello ni de “trabajar” para el Personal Branding. ¿Por qué? Porque ésta es
básicamente la “percepción” –sobresaliente, regular o mala– que la gente se
forma de uno mismo, a partir de nuestras obras.
De esta forma
es como estamos haciendo honor o no al nombre y apellido que nos individualiza
en la sociedad, pudiendo llegar a ser recordado y valorado en el futuro,
siempre y cuando las nuevas generaciones “perciban” el valor y la trascendencia
que tiene nuestro legado para ellos.
En la
historia hay buenos ejemplos de personalidades que hicieron lo suyo con gran
responsabilidad, pero sin embargo no llegaron a tener el reconocimiento
esperado en vida. Sin embargo, con el pasar del tiempo “sus” obras o aportes
llegaron a “trascender” y pasaron a ser de gran consideración. Alguno de
ustedes podrá pensar que se trató de un Personal Branding “tardío”. Lo que
ocurre, lo vuelvo a repetir, es que uno
no debe “trabajar” en pos de “su” Personal Branding –eso es más bien para los
egocéntricos y mediáticos– sino de llevar a cabo “la” vocación que es funcional a “su” misión en la vida. Luego, serán los prójimos los que te “juzgarán”
en vida y en la posteridad, por lo que has sido capaz de brindar a la sociedad.
¡El
portador de Tu Marca Personal pone su inteligencia, trabajo y pasión al servicio
de lo que sabe está llamado a ser y hacer en la vida, para beneficio de sus
semejantes!
José Podestá