Carrera Profesional Vs. Happyshifter

04 enero 2015 ·

Esta columna también se podría denominar: “El fin del trabajo en relación de dependencia que hemos conocido”. Lo cierto es que desde el inicio del siglo XXI, el paisaje laboral-profesional en las organizaciones se ha venido complicando cada vez más.

En realidad, a las empresas les está afectando el proceso del cambio acelerado y permanente que irrumpió en todos los estamentos de la sociedad, con el advenimiento de la globalización. Tal como si fuera un tsunami, el cambio fue licuando las normas y las estructuras establecidas como así también los vínculos y las relaciones sociales. Por tanto, tomar como referencia las normativas del ayer no tiene sentido alguno, porque no ayudan a explicar lo sucedido.
La vocación como punto de partida

Cuando uno escucha los testimonios y las razones brindadas por aquellos, que a pesar de ocupar una posición destacada en la empresa, deciden en el momento menos esperado abandonar el proyecto, se percibe que hubo y hay algo no resuelto en esas personas. Por lo general, los fundamentos de la partida suelen tener diferentes matices, como ser:
- Aspirar a un modo de vida diferente.

- Gozar de un mayor grado de libertad.
- Proponerse un nuevo desafío profesional.

- Buscar ser auténtico, haciendo aquello que resulte ser gratificante y tenga un sentido en la vida.
Más allá que el trabajo sigue siendo trabajo, habría que poner el foco en el último de los fundamentos mencionados, por ser allí en donde se encuentra el origen del problema.

Las organizaciones deben hoy comprender y aceptar el mayor índice de recambio laboral, especialmente de sus talentos. ¿Por qué? Porque la camiseta de pertenencia ya no se la coloca nadie ni mucho menos tatuarse el logo de la compañía; la actitud es muy distinta a nivel de los clientes o fans de una marca.
Si uno bucea en el perfil de las nuevas generaciones –y en particular del happyshifter– nos encontramos con seres a los que les cuesta echar raíces, motivo por el cual en el momento en que se cansen de mirar por la ventana de la oficina al mundo exterior, terminan cada vez más por tentarse en salir a su encuentro.

Es muy probable que algunos empresarios piensen que en la actualidad existe un mayor nivel de inmadurez en la gente, cosa que es atendible de considerar. Sin embargo, la raíz del problema no está en lo aparente sino en la vocación no resuelta y en la falta de claridad del destino-misión que cada uno debe asumir y llevar a cabo en la vida; tengamos en cuenta que al planeta tierra no hemos llegado por casualidad ni tampoco fuera de término. Por tanto, hasta que el ser humano no se decida tomar el toro por las astas, seguirá deambulando por la vida intentando encontrar aquello que le guste de verdad, si es que en algún momento ello llegara a ocurrir.
La razón ayuda poco

Mientras estos fallidos agentes del cambio personal no asuman responsablemente lo que les gusta y corresponde hacer, las empresas se verán expuestas a la pérdida frecuente de talentos. Es por ello que en más de una oportunidad he reiterado que al talento no se lo retiene, porque allí en donde éste descubrió que está la oportunidad de su vida –o el medio que la conduce a ella– directamente acudirá a su encuentro.
Entonces, en el momento que la empresa decida o necesite incorporar personal, es importante que el postulante exprese, desde lo anímico, los motivos que lo han llevado a pretender ser parte del proyecto en cuestión. Luego, ambas partes analizarán cómo ello debería integrarse en su proyecto laboral-profesional. De esta forma, el empleado ya no es más un extraño ni un tercero que se incorpora a una tarea determinada, sino un socio dispuesto a aportar creatividad y valor en algo que para él tiene un sentido.

¡El portador de Tu Marca Persona seguramente que también atravesó un periodo de incertidumbre en lo personal, laboral o profesional, hasta el instante en que pudo darse cuenta de cuál era su misión y la razón de ser en la vida!
José Podestá

 

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