Parece un juego de palabras, pero no lo es. Así como
en el mundo exterior importa nuestra identidad –representada por el nombre y
apellido– en lo existencial, en nuestra naturaleza interior, no siempre tenemos
muy en claro quiénes somos. Sin embargo para el Personal Branding, ambos
factores son importantes.
La
condición externa
Si de exigencia cultural, condicionantes, normas y
usos sociales se trata, la mujer sabe muy bien el sobrecosto y esfuerzo diarios
que le demanda estar integralmente producida y presentable; su descuido hasta
le puede llegar a jugar en contra en el proceso de una búsqueda laboral. Es
como si debiera invertirse el refrán, para instalar en primer término el
“parecer” y recién luego el “ser”.
Sin embargo, lo mencionado lamentablemente no sólo
condiciona a la persona, sino que también la “reduce” a la categoría de “objeto
bonito” o “descartable”. Por supuesto que a nadie le interesaría ingresar a un
restaurante mal presentado o comprar un producto con un packaging no atractivo, máxime cuando su precio es prácticamente
similar a otro en mejores condiciones. Pero en ambos casos estamos frente a
objetos intangibles o tangibles, no ante seres humanos.
Que la recepcionista de una agencia o la secretaria
del CEO de la organización estén “presentables”, habla muy bien de la
autoestima y del buen gusto de sus protagonistas. Pero éstas saben, además, que
en ello no se “agotan” sus dones, porque para aspirar al puesto necesitaban “ser”,
fundamentalmente, competentes. No por el mero requisito formal de la búsqueda,
sino porque también se han preparado para ello de acuerdo a sus respectivos
proyectos de vida.
En consecuencia y si de Personal Branding se trata,
uno deberá siempre partir del “ser”, para luego arribar al “parecer”. Es decir,
que no es que se presenta como una persona responsable, eficaz y eficiente,
sino que verdaderamente “lo es”. De esta forma irá construyendo la reputación
que, paulatinamente, se replicará en imagen hacia los demás.
La
condición interna
En la interioridad del ser humano poco y nada tiene
el contexto que ver, en la medida que cada uno no se deje avasallar por los
impulsos y las influencias provenientes del mundo exterior. Mientras en el
afuera –contexto– los sonidos y las imágenes compiten en una carrera sin fin,
en el ser interior anida el silencio y la propuesta de escucha que estemos
predispuestos a conceder a nuestra “voz interior”. ¿Con qué finalidad? La de
permitirnos “descubrir” quién soy
–razón y sentido de mi vida en la Tierra– para así luego poder vislumbrar la misión que por convicción estoy decidido
llevar a cabo, no sólo en beneficio propio, sino en virtud de los “dones” que
se me han conferido, como así también de las circunstancias establecidas por el
destino en las distintas etapas de mis septenios.
De esta forma arribamos al yo soy, como máxima expresión de nuestra individualidad física,
anímica y espiritual, la que deberíamos preservar como una trilogía armónica y
vital, porque no sólo nos permite estar “erguidos”, sino también porque se trata
del basamento de nuestro ser, así como el “yo” lo es a la personalidad con la
que nos mostramos e interactuamos en el mundo exterior, junto con los prójimos.
Como se podrá observar, el ser humano es un misterio que nos toca a cada uno
descubrir, y por el cual se dice que somos únicos e irrepetibles. Por tanto,
está en cada uno de nosotros:
- No dejarnos reducir a la categoría de “rebaño”,
“objeto”, “descarte” y ni mucho menos pretender abolirnos la “libertad” individual,
a pesar del interés manifiesto de algunas personas que, si bien son también humanos,
piensan que por el mero hecho de detentar poder y dinero en un momento
circunstancial de sus vidas, “creen” tener además el derecho de disponer o bien
de manipular al prójimo.
- No claudicar en la misión a la que se está llamado en la vida, porque además de ser el
motivo-razón de lo que se espera de cada uno de nosotros, se constituye también
en el basamento sobre el cual iremos desarrollando el Personal Branding.
¡El portador de Tu Marca Personal está preparado
y en condiciones de sortear los intentos “reduccionistas” de todos aquellos que
“dicen” interesarse por el prójimo, pero que en realidad aspiran reducirlo a un
mero “objeto” de poca valía y trascendencia!
José
Podestá