El Poder Trascender

29 octubre 2017 ·

Tal vez uno haya escuchado en más de una oportunidad, que el ser humano es un individuo único e irrepetible. Pero quizás no solemos reparar en el origen de tal proposición, a qué se debe la misma o en aquello que nos singulariza y nos hace diferentes a otro ser viviente, es decir: nuestro cerebro.

No hay dos personas que tengan el mismo cerebro, a pesar que nos pueda dar la impresión que en su configuración anatómica todos parecen ser iguales. Sin embargo, si fotografiáramos el cerebro de un recién nacido y también obtuviésemos la fotografía del espacio celeste que se encuentra justamente sobre el lugar en el momento del nacimiento de ese niño, esta imagen coincidiría exactamente con la de “su” cerebro. ¿Esto qué significa? Que del mismo modo que en el cerebro del niño se ubican ciertas partes, se ubican las estrellas del firmamento.

Entonces, también somos diferentes porque cada uno de nosotros posee, en su interior, una imagen del espacio celeste que es distinta a la de otro ser humano, dependiendo del lugar y del tiempo en el que ha nacido. Concretamente: nacemos desde el Universo, trayendo consigo mismo una misión para la vida. De allí que si bien somos una persona singular, también somos una persona “universal”; nada ocurre en el mundo que no nos afecte y lo que cada uno realice e inclusive “piense”, tendrá un efecto sobre el mundo.

Seguramente que algunos de ustedes se podrá preguntar, por ejemplo:

- ¿Cómo es posible que habitualmente nadie diga algo así?

- ¿Qué tiene que ver todo esto con el Personal Branding?

Respecto a la primera pregunta, la ciencia natural no tiene conocimiento de ello por la sencilla razón que sus afirmaciones y contribuciones a la humanidad deben partir siempre de hechos concretos, cuantificados y “demostrables”, aunque más no sea surgido por repetición en el laboratorio. Además, porque se trata de algo “intangible” que se encuentra más allá del ámbito objetivo del quehacer científico.

En cuanto a la segunda pregunta, porque se trata de un importante punto de partida para el autoconocimiento individual, fundamental para el posterior proyecto laboral y profesional –“anclado” en la respectiva vocación– que cada ser humano llevará a cabo en respuesta a su misión y destino individual.

El condicionante exterior

El ritmo de vida actual y los intereses comerciales que “compiten” a diario entre sí por nuestra billetera –es decir, el dinero que pretenden les destinemos a sus productos y servicios– hace que el ser humano “resigne” con ello estar más cerca de su “doble” –su ser interior– para escucharlo y preferentemente hacer aquello que luego le sirva para llegar a ser aceptado, reconocido y valorado por parte de su “tribu” de pertenencia o en la comunidad laboral-profesional en la que viene desempeñándose. Por lo general terminamos “cediendo” más a los impulsos provenientes del contexto, que a la “escucha” de nuestro yo interior. Lo conveniente, por supuesto, sería conservar un sano equilibrio entre ambos “mundos”, para poder determinar el respectivo camino personal.

Sin embargo, vivimos en un tiempo de alta motivación mediática y comunicacional, sin darnos cuenta muchas veces que la “trampa” de todo ello está en evitar perder “el rimo de vida” proveniente del mundo exterior. De esta forma terminamos resignando el rol de nuestro “mundo interior” que, en definitiva, es el que nos permitirá poder trascender para poder llegar a hacer básicamente todo aquello que los prójimos esperan de uno.

Por supuesto que el mundo exterior también nos puede condicionar el Personal Branding. ¿En qué sentido? Mediante aquellas imposiciones que muchas veces terminan “obligándonos” hacer aquellas cosas que sabemos nos retrasarán en el desarrollo de los contenidos –trabajos, servicios, soluciones– inherentes a nuestro proyecto, dado que en definitiva son los que luego permitirán que nuestro Personal Branding sea reconocido y valorado.

El principal desafío en este proceso “dual” es poder desarrollar y conservar la individualidad en el ámbito en donde uno trabaja o ejerce la profesión. Esto implica ser plenamente sensibles y flexibles dentro del contexto competitivo, evitando ser “absorbidos” por los intereses circunstanciales de todos aquellos que pretenden, sistemáticamente, resumir todo a un “rebaño de iguales”.

También es conveniente no olvidar que el medio ambiente puede incidir para que uno desarrolle sus propias potencialidades, pero no sus posibilidades ni capacidades. ¿Por qué? Porque éstas son propias de cada persona. Por tanto, en la medida que uno sea auténtico, creativo, justo, capaz de brindar amor y de anhelar el bien para sus prójimos, estará ejerciendo el poder trascender a partir de su “individualidad”.

¡El portador de Tu Marca Personal le importa la calidad del contenido y el valor de su trabajo-profesión –porque resultan ser funcionales con su misión– en lugar de “perderse” en las recompensas efectistas y cortoplacistas que por lo general suelen terminar por derrumbarse en las brumas de una frustrada ilusión!

José Podestá

Fuera de Serie

22 octubre 2017 ·

En nuestra vida de relación laboral, profesional y social es prácticamente habitual encontrarnos con personas que poseen habilidades y talentos fuera de lo común. Se trata, en realidad, de “dones” que han traído “bajo el brazo” para llevar a cabo su misión en la vida, aunque no siempre estas personas lo tengan muy en claro.

El condicionante exterior

Del mundo exterior recibimos una infinidad de estímulos diarios que nuestro cerebro luego los termina “seleccionando”, en función de nuestras necesidades e intereses. Si bien se trata tan sólo de un pequeño puñado de información, vale entonces preguntarnos qué pasó o adónde fue a parar el resto: directamente a lo que yo llamo nuestra “mochila personal”, es decir, el inconsciente; allí permanecerán hasta el momento en que bajo el influjo de alguna circunstancia, se “presenten” en nuestro cerebro para su consideración.

Así como llevamos a cabo esta práctica sistemática de concentrarnos y analizar tan sólo aquello que nos interesa e importa, también “creemos” que todo lo que ocurre y se da en el mundo exterior tiene su “lógica” natural. Entonces, es así como luego nos sorprendemos y admiramos el desempeño logrado por fulano y mengano, porque no dejan de ser otro dato concreto de la realidad.

Este tipo de “pensar”, que para algunos es así, sólo nos brinda una información parcial y sesgada de la realidad. A esto le podríamos también sumar la expresión popular de “ver para creer”, tal como si fuera un reaseguro que nos avala y tranquiliza, por ejemplo, acerca de las destrezas de desempeño o performance de una persona. Frente a todo ello cabe preguntarnos, ¿qué debería entonces “pensar” un ciego?

De allí que el condicionante exterior nos ilustra siempre sobre lo “aparente”, pero nada nos dice de los impulsos que diariamente influyen no sólo en nosotros, sino también en los reinos animal, vegetal y mineral.

La razón de la misión

También es un dato de los tiempos actuales –distinto era en la antigüedad– que el ser humano funciona en “piloto automático”, dejándose llevar por las circunstancias de la vida o bien por lo que ésta le establezca o condicione. Así es como muchos terminan “aceptando”, incluso con resignación, lo que les “ha tocado ser en la vida”, cuando perciben que no han podido destacarse demasiado en lo suyo.

Si nos quedamos con la información percibida por nuestros sentidos, también en estos casos estaríamos llevando a cabo una interpretación “parcial”, porque la misma sólo está referida a lo meramente “real y aparente”.

Pero ocurre que nadie vino y tampoco se viene a la vida para hacer lo que ésta –o los “otros”– le “imponga”. Todos llevamos implícito en nuestro ser una misión o propósito a cumplir, la que deberemos indagar y descubrir en nuestro interior. Lamentablemente ello no se lo hace en la medida de lo esperado, pero si esta persona fuera por ejemplo un emprendedor que ha concretado el nacimiento y desarrollo de una organización –empresa, comercio o fundación– seguramente que no habrá omitido redactar desde el inicio la misión, la estrategia y la visión respectivas.

Entonces, no se trata que todos aspiremos ser un fuera de serie, porque lo único que lograríamos con esta actitud egoísta es generar más caos en el mundo. Además, tampoco es verdad que las habilidades y talentos estén reservados sólo para unos pocos. Si bien éstos suelen estar presentes de un modo explícito, también lo están de un modo “oculto”, para que cada uno se ocupe en descubrirlos y desarrollarlos en función a su misión en la vida.

El rol del Personal Branding

Así como en un fuera de serie el Personal Branding es un “activo” que le juega a su favor, esto no significa que siempre deba ser así. ¿Por qué? Porque siempre dependerá de la consistencia que resulte entre las cosas que hace la persona, de cómo las hace y del sentido que todo ello luego tendrá para sus prójimos.

Los que no se consideran parte de los fuera de serie, pero que con entusiasmo, esfuerzo y dedicación van llevando a cabo su proyecto laboral y profesional –perfectamente alineado con su misión en la vida– terminarán capitalizando también los beneficios del Personal Branding. ¿Por qué? Porque lo que están haciendo no es un simple dato de una realidad “aparente”, sino que responde a lo que supieron descubrir en su naturaleza interior.

¡El portador de Tu Marca Personal no le importa el estereotipo que le puedan endilgar, sino el sentido que en definitiva tiene su contribución y obrar, tanto para sus prójimos como para la sociedad en general!

José Podestá

Empleabilidad y Algo Más

15 octubre 2017 ·

Cuando la oferta de trabajo no logra cubrir las necesidades de las personas, tal como sucede en la actualidad, surgen algunas “soluciones” que intentan disminuir el nivel de tensión-angustia social. Una de ellas tiene que ver con la empleabilidad; es la que permite direccionar la motivación del individuo hacia las actividades del “momento”.

Entonces, en la medida que la persona cuente con los conocimientos y las habilidades adecuadas, podrá estar en una mejor posición para llegar a ser convocado y contratado. La razón-motivo de la empleabilidad también se ha trasladado a la universidad, a los efectos que ésta proceda a formar ciudadanos para que luego puedan realmente aplicar lo aprendido en el “mundo real”.

La realidad, manda

Ello no significa que la empleabilidad subordine o condicione lo ya conocido. Más bien, es una respuesta a la velocidad del cambio que, muchas veces, ocasiona que la organización deba poner el foco en aquellas nuevas tareas que no había llegado a prever. Por ejemplo, la disrupción producida por el entorno digital e informático trajo aparejado el surgimiento de nuevas actividades que, en su momento, ni el área de las personas de las organizaciones llegó a tenerla en cuenta o dimensionarla de un modo satisfactorio.

Tal vez alguno de ustedes se pregunte cómo les puede suceder algo así a las organizaciones. Aunque les parezca extraño, ello suele ser más frecuente de lo imaginado, porque en la práctica éstas no suelen trabajar de afuera-hacia-adentro, es decir, monitoreando preventivamente los impulsos que se van perfilando en el contexto, para poder así anticiparse a las circunstancias; una cosa es lo que muchos dicen y otra muy distinta es lo que luego terminan haciendo.

Si bien la vocación es el “disparador” que parte del interior del ser humano para que éste lo canalice en la profesión, oficio o actividad que le resulte ser la más conducente a su misión en la vida, no por ello deberá permanecer aislado de su realidad circundante. ¿Esto qué significa? Que toda persona está llamada para ser y trascender en aquello que es propio de la época en que le ha tocado vivir. Entonces, para nada está obligado en seguir la profesión de sus padres –salvo que a “consciencia” sienta que es lo que debe hacer– ni tampoco la que pueda estar de “moda” en un determinado momento, o porque es la que también “optaron” sus amigos.

Pero aquí es conveniente hacer la siguiente salvedad. Para ello recurriré a un ejemplo que suele ser bastante frecuente, como es el caso de la vocación de músico. Como no es fácil poder vivir de ello, en el sentido de sustentar económicamente a una familia, el músico no tendrá otra opción que trabajar complementariamente en algo que le resulte redituable. Pero no debería porqué pensar en una actividad que necesariamente esté en las antípodas de su vocación musical. Si hoy el entorno nos muestra la disrupción que produjo la tecnología en las plataformas o formatos tradicionales de producción y comercialización de la música, lo más adecuado para esta persona sería que sume conocimientos del “nuevo” entorno, para así poder hacer viable “su” empleabilidad en algo que, incluso, le permita “ampliar” el horizonte de su vocación.

Es por ello que la generación actual necesita ir “adaptándose”, sistemáticamente, a las circunstancias del cambio frecuente. Básicamente, esto implica tener en claro lo siguiente:

- Estar atento a los sucesos por devenir, justamente para evitar que lo “sorprendan”. Si bien hoy existen “robots” que ejecutan algunos instrumentos musicales, algo deberá hacer o tener en cuenta el músico para mantener viva su vocación. Pero cuidado, porque si reduce la cuestión “pensando” que los robots “tocan sin alma” –aunque esté en lo cierto–  estará a un paso de caer en una trampa. ¿En qué sentido? Cuando el público en general escucha música no la evalúa en todos aquellos aspectos que para un músico profesional son vitales, sino simplemente se “conforma” con disfrutar cuán de linda y agradable es la música que perciben sus oídos.

- Estar preparado, con tiempo, si en algún momento deberá “aggiornarse” como músico, sin que por ello tenga que claudicar en su vocación. Esto en realidad vale para cualquier profesión, por el simple hecho que estamos transitando una era que se caracteriza por una creciente disrupción de innovaciones continuas, producidas por el mismo ser humano.

De allí que la empleabilidad sea una respuesta “puntual” del hoy y un “recurso” que cada uno deberá hacerla valer en lo suyo, en post del propio sustento, para que coexista complementariamente con la vocación que está llevando a cabo.

¡El portador de Tu Marca Personal, como en el caso del músico, recurre a la empleabilidad toda vez que necesita aggiornar su profesión, para mantenerla en línea con su vocación, evitando que no se resienta su proyecto laboral ni el sentido-beneficio que todo ello representa para sus prójimos!

José Podestá

Equivocarse, No Está Mal

08 octubre 2017 ·

Los psicólogos suelen afirmar que a los jóvenes les preocupa bastante el errar, el equivocarse. Si bien en el tema vocacional puede presentarse intereses muy definidos, se sienten muy inseguros. Pero no por la multiplicidad de carreras o profesiones, sino porque no se permiten equivocarse. De allí a la poca tolerancia a la frustración, se está un paso.

Permisos necesarios

Así como de niños intentábamos muchas veces hacer las cosas a prueba y error, hasta que alcanzáramos lo deseado o buscado, luego terminamos incorporando esta práctica en la vida sin mayores inconvenientes. Además, el contexto –incluido el entorno laboral– admite que hoy no está mal que uno se equivoque “responsablemente”, porque también de ello se aprende; si tienen alguna duda, piensen que esta “rutina” es fundamental en la mayoría de las profesiones.

Si bien todo esto aparenta tener un sentido, la mayoría de los jóvenes no lo ven que hoy sea así. La razón-motivo profunda de esta proposición se encuentra sustentada por el grado de simetría al que se encuentran expuestos, comenzando con sus padres. De allí que uno perciba, por lo general, la necesidad latente de autoexigirse, de creer poder todo solo, de aspirar al ideal de perfección. Por supuesto que estas motivaciones no dejan de ser muy válidas, pero siempre y cuando no se conviertan en una obsesión.

Ahora bien, en la medida que los niños no logran hacer la experiencia de la prueba y error, porque “descubren” que sus padres son hoy muy permisivos, que no les fijan límites referenciales o porque ante el primer reclamo logran por parte de ellos satisfacer de inmediato sus anhelos o “caprichos”, terminan así pasando al septenio de la adolescencia con algunas carencias que para nada los ayudará en la vida. ¿Por qué? Porque el sentirse fracasados ante el primer error o dificultad los tornará en personas inseguras, incluso para poder afrontar sus propios proyectos.

Cuando a los jóvenes les llega el momento de tener que decidirse por la vocación y se encuentran con las dificultades lógicas que demanda tal “descubrimiento”, mediante la escucha interior creen que el problema está en la elección de la carrera, oficio o trabajo, y no en el temor-intolerancia al error, al fracaso. De allí que buscan y buscan sin poder decidirse por aquello que debería estar en consonancia con su misión en la vida.

El impacto en el Personal Branding

Muchas veces los estudiantes que se encuentran próximos a su graduación en la universidad o que aspiran acceder a su primer trabajo, suelen consultar acerca de cómo hacer para sumar la presencia del Personal Branding. Si bien desde que nacemos somos portadores de nuestra identidad –el nombre y apellido– ésta no podrá llegar a sobresalir como Personal Branding hasta tanto hayamos recorrido un buen trayecto en la vida profesional y laboral.

Distinta es la situación de aquella persona que ya viene destacándose, desde pequeño, por alguna cualidad o habilidad que le ha permitido trascender en la comunidad. Entonces, cuando más tarde le llega el momento de comenzar a ejercer la profesión o su primer empleo, ya cuenta con un “legado” sobre el cual las personas ya tienen una referencia de él. A partir de allí, aunque su nueva profesión o trabajo poco y nada tengan que ver con lo realizado anteriormente, gracias a la “difusión” ya alcanzada de su identidad, cuenta a su favor con una imagen que a partir de ese momento deberá “cultivar” y “desarrollar” en el nuevo contexto.

En cambio no sería lo mismo en el supuesto caso de ser el hijo de algún famoso, incluso de trayectoria internacional. Al contrario de lo que se piensa, el ser “el hijo de fulano” no es una oportunidad, sino más bien un “lastre”. ¿Por qué? Porque el Personal Branding es siempre inherente al posicionamiento individual.

Tal vez ustedes hayan conocido el caso de Frank Sinatra Jr. Fue el hijo de “la voz”. Si bien tenía un perfil gestual y un timbre de voz similar al de su padre, podemos literalmente decir que “nunca le llegó ni a los tobillos”. Por supuesto que no por ello abandonó el ámbito artístico ni musical, porque esa fue su vocación, pero no pudo lograr una trascendencia destacada. ¿Por qué? Porque el Personal Branding no se construye a partir de una réplica o imitación, sino mediante las habilidades y el obrar individual ya mencionado.

Entonces, cuando uno se equivoca como en el ejemplo mencionado, siempre se estará frente a una lección de aprendizaje que para nada deberá ser tomada literalmente como un fracaso, sino como una experiencia “motivante” que nos sirva para reinventarnos – haciendo algo sorprendente y distinto– sobre todo cuando nuestro progenitor ya haya sobresalido en lo suyo y por ello nos demande un mayor esfuerzo de diferenciación.

¡El portador de Tu Marca Personal no se cansa ni se frustra por tener que “aprender” sobre la marcha, porque sabe que lo suyo sólo tendrá sentido en la medida que haya sido o es percibido por sus prójimos!

José Podestá

Resultados Más Allá del Algoritmo

01 octubre 2017 ·

En términos generales se dice que las organizaciones necesitan del empleado –no sólo para que las cosas se hagan, sino también para que ocurran– y del cliente, por su rol en la demanda y consumo de productos-servicios. Así ha venido ocurriendo, pero en el horizonte hay señales que no garantizan que ello se continúe en el tiempo.

Seguramente que todos podemos llegar a coincidir que intentar hoy en día comunicarse con una organización para hacer una consulta o eventual reclamo, no es nada fácil. Luego de habernos hecho pasar por una serie de instancias obligatorias, que por supuesto hacen perder el tiempo a uno –y también la paciencia– finalmente el software de turno nos permite llegar al destinatario. ¿Pero ahora qué puede ocurrir? Que luego de haber transcurrido algunos segundos de espera, el contestador telefónico termine dándonos dos tipos de alternativas:

- “La persona con la cual desea comunicarse no está disponible; favor corte y vuelva a llamar más tarde”.

- “Ingrese en el contestador el motivo de su llamada para que más tarde la persona se comunique con usted”. Si alguno de ustedes ha logrado en esta instancia que la promesa se cumpla, los felicito.

Esta lamentable situación nos puede ocurrir tanto en nuestro rol de “cliente” de la empresa en cuestión, como así también en el rol de ciudadano, toda vez que nos hayamos focalizado en la administración pública.

Por supuesto que tanto la empresa como la repartición pública en cuestión suelen “decir” que el cliente y el ciudadano son para ellos una “prioridad”, pero ya ven que en la práctica no es así. Toda la atención y el servicio están meramente focalizados en la captación del cliente –para el caso de una transacción comercial– y del ciudadano, en vísperas de alguna elección de turno.

Cuál es el sentido

Si bien todo este relato ha sido narrado desde el ámbito externo de la organización, su finalidad es justamente para no “olvidarnos” de ello cuando, en la práctica, somos nosotros los que estamos en el otro lado del mostrador, es decir, trabajando para esa empresa o repartición pública.

Además, es aquí cuando comienza a impactar este asunto también en el Personal Branding, por ser éste una consecuencia del estilo, la forma y la responsabilidad aplicados en el trabajo o la profesión. Entonces, lo que importa es la calidad de los resultados de nuestra actitud por no “atender”, cuando corresponde, o por ignorar literalmente al prójimo más allá de las normativas “internas” que haya elaborado la organización, a “espaldas” de la gente.

Entonces, debemos tener muy en cuenta que la calidad de los resultados y de los servicios que brindamos van “germinando” también en el desarrollo de nuestro Personal Branding, independientemente de dónde estemos circunstancialmente trabajando.

Si uno es parte de una organización que de puertas-hacia-afuera les hace difícil la posibilidad de comunicarse con ella, y para tal fin se recurre a sofisticados “algoritmos” para evitar la “molestia” del contacto humano, sin darse cuenta se está realizando un doble daño, tanto para los que trabajan en ella, como a sus destinatarios o contribuyentes. Luego le corresponderán a las encuestas y a las redes sociales calificarlas como una organización no responsable y “poco amigable” con la sociedad.

El justo equilibrio

Por supuesto que un algoritmo bien diseñado e implementado puede ser de gran ayuda para ambas partes. Lo que aquí se está señalando son los “excesos” que muchas veces la organización no quiere ver, y por ello termina subestimando a todos por igual.

Una empresa que en la actualidad pretenda hacer valer unilateralmente sus mecanismos de prevención o de resguardo del personal, lamentablemente terminará cosechando críticas de todo tipo; en ello se verá también perjudicada su imagen y reputación, justamente por un mal uso o exceso en la aplicación de la tecnología disponible.

En la medida que su gente no reaccione o establezca señales de advertencia por las consecuencias no deseadas en este tipo de práctica, éstas deberán también tener en cuenta que son parte del problema. Justamente porque no todo puede quedar amparado o justificado por la aparente motivación de la productividad y del ahorro de costos, que por supuesto no dejan de ser muy importantes para la organización, pero se tornan en estéril y hasta en una práctica malsana cuando subestima a sus dos actores clave: el empleado y el cliente.

¡El portador de Tu Marca Personal no admite que su imagen se vea afectada por políticas de terceros que pongan en riesgo, no sólo la calidad de su proyecto personal, sino también el rol de sus prójimos!

José Podestá

 

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