Tal vez uno haya escuchado en más de una
oportunidad, que el ser humano es un individuo único e irrepetible. Pero quizás
no solemos reparar en el origen de tal proposición, a qué se debe la misma o en
aquello que nos singulariza y nos hace diferentes a otro ser viviente, es
decir: nuestro cerebro.
No hay dos personas que tengan el mismo cerebro, a
pesar que nos pueda dar la impresión que en su configuración anatómica todos
parecen ser iguales. Sin embargo, si fotografiáramos el cerebro de un recién
nacido y también obtuviésemos la fotografía del espacio celeste que se
encuentra justamente sobre el lugar en el momento del nacimiento de ese niño,
esta imagen coincidiría exactamente con la de “su” cerebro. ¿Esto qué
significa? Que del mismo modo que en el cerebro del niño se ubican ciertas
partes, se ubican las estrellas del firmamento.
Entonces, también somos diferentes porque cada uno
de nosotros posee, en su interior, una imagen del espacio celeste que es distinta
a la de otro ser humano, dependiendo del lugar y del tiempo en el que ha
nacido. Concretamente: nacemos desde el Universo, trayendo consigo mismo una misión para la vida. De allí que si bien
somos una persona singular, también somos una persona “universal”; nada ocurre
en el mundo que no nos afecte y lo que cada uno realice e inclusive “piense”,
tendrá un efecto sobre el mundo.
Seguramente que algunos de ustedes se podrá
preguntar, por ejemplo:
- ¿Cómo es posible que habitualmente nadie diga algo
así?
- ¿Qué tiene que ver todo esto con el Personal
Branding?
Respecto a la primera pregunta, la ciencia natural
no tiene conocimiento de ello por la sencilla razón que sus afirmaciones y
contribuciones a la humanidad deben partir siempre de hechos concretos,
cuantificados y “demostrables”, aunque más no sea surgido por repetición en el
laboratorio. Además, porque se trata de algo “intangible” que se encuentra más
allá del ámbito objetivo del quehacer científico.
En cuanto a la segunda pregunta, porque se trata de
un importante punto de partida para el autoconocimiento individual, fundamental
para el posterior proyecto laboral y profesional –“anclado” en la respectiva vocación– que cada ser humano llevará a
cabo en respuesta a su misión y
destino individual.
El
condicionante exterior
El ritmo de vida actual y los intereses comerciales
que “compiten” a diario entre sí por nuestra billetera –es decir, el dinero que
pretenden les destinemos a sus productos y servicios– hace que el ser humano
“resigne” con ello estar más cerca de su “doble” –su ser interior– para escucharlo
y preferentemente hacer aquello que luego le sirva para llegar a ser aceptado,
reconocido y valorado por parte de su “tribu” de pertenencia o en la comunidad laboral-profesional
en la que viene desempeñándose. Por lo general terminamos “cediendo” más a los
impulsos provenientes del contexto, que a la “escucha” de nuestro yo interior. Lo
conveniente, por supuesto, sería conservar un sano equilibrio entre ambos
“mundos”, para poder determinar el respectivo camino personal.
Sin embargo, vivimos en un tiempo de alta motivación
mediática y comunicacional, sin darnos cuenta muchas veces que la “trampa” de
todo ello está en evitar perder “el rimo de vida” proveniente del mundo
exterior. De esta forma terminamos resignando el rol de nuestro “mundo
interior” que, en definitiva, es el que nos permitirá poder trascender para
poder llegar a hacer básicamente todo aquello que los prójimos esperan de uno.
Por supuesto que el mundo exterior también nos puede
condicionar el Personal Branding. ¿En qué sentido? Mediante aquellas
imposiciones que muchas veces terminan “obligándonos” hacer aquellas cosas que
sabemos nos retrasarán en el desarrollo de los contenidos –trabajos, servicios,
soluciones– inherentes a nuestro proyecto, dado que en definitiva son los que luego
permitirán que nuestro Personal Branding sea reconocido y valorado.
El principal desafío en este proceso “dual” es poder
desarrollar y conservar la individualidad en el ámbito en donde uno trabaja o
ejerce la profesión. Esto implica ser plenamente sensibles y flexibles dentro
del contexto competitivo, evitando ser “absorbidos” por los intereses
circunstanciales de todos aquellos que pretenden, sistemáticamente, resumir todo
a un “rebaño de iguales”.
También es conveniente no olvidar que el medio
ambiente puede incidir para que uno desarrolle sus propias potencialidades,
pero no sus posibilidades ni capacidades. ¿Por qué? Porque éstas son propias de
cada persona. Por tanto, en la medida que uno sea auténtico, creativo, justo,
capaz de brindar amor y de anhelar el bien para sus prójimos, estará ejerciendo
el poder trascender a partir de su
“individualidad”.
¡El portador de Tu Marca Personal le importa
la calidad del contenido y el valor de su trabajo-profesión –porque resultan
ser funcionales con su misión– en lugar de “perderse” en las recompensas efectistas
y cortoplacistas que por lo general suelen terminar por derrumbarse en las
brumas de una frustrada ilusión!
José
Podestá