Cuando la oferta de trabajo no logra cubrir las
necesidades de las personas, tal como sucede en la actualidad, surgen algunas
“soluciones” que intentan disminuir el nivel de tensión-angustia social. Una de
ellas tiene que ver con la empleabilidad;
es la que permite direccionar la motivación del individuo hacia las actividades
del “momento”.
Entonces, en la medida que la persona cuente con los
conocimientos y las habilidades adecuadas, podrá estar en una mejor posición
para llegar a ser convocado y contratado. La razón-motivo de la empleabilidad también se ha trasladado a
la universidad, a los efectos que ésta proceda a formar ciudadanos para que
luego puedan realmente aplicar lo aprendido en el “mundo real”.
La
realidad, manda
Ello no significa que la empleabilidad subordine o condicione lo ya conocido. Más bien, es
una respuesta a la velocidad del cambio que, muchas veces, ocasiona que la
organización deba poner el foco en aquellas nuevas tareas que no había llegado
a prever. Por ejemplo, la disrupción producida por el entorno digital e
informático trajo aparejado el surgimiento de nuevas actividades que, en su
momento, ni el área de las personas de las organizaciones llegó a tenerla en
cuenta o dimensionarla de un modo satisfactorio.
Tal vez alguno de ustedes se pregunte cómo les puede
suceder algo así a las organizaciones. Aunque les parezca extraño, ello suele
ser más frecuente de lo imaginado, porque en la práctica éstas no suelen
trabajar de afuera-hacia-adentro, es decir, monitoreando preventivamente los
impulsos que se van perfilando en el contexto, para poder así anticiparse a las
circunstancias; una cosa es lo que muchos dicen y otra muy distinta es lo que luego
terminan haciendo.
Si bien la vocación
es el “disparador” que parte del interior del ser humano para que éste lo
canalice en la profesión, oficio o actividad que le resulte ser la más
conducente a su misión en la vida, no
por ello deberá permanecer aislado de su realidad circundante. ¿Esto qué
significa? Que toda persona está llamada para ser y trascender en
aquello que es propio de la época en que le ha tocado vivir. Entonces, para
nada está obligado en seguir la profesión de sus padres –salvo que a
“consciencia” sienta que es lo que debe hacer– ni tampoco la que pueda estar de
“moda” en un determinado momento, o porque es la que también “optaron” sus
amigos.
Pero aquí es conveniente hacer la siguiente
salvedad. Para ello recurriré a un ejemplo que suele ser bastante frecuente,
como es el caso de la vocación de
músico. Como no es fácil poder vivir de ello, en el sentido de sustentar
económicamente a una familia, el músico no tendrá otra opción que trabajar
complementariamente en algo que le resulte redituable. Pero no debería porqué pensar
en una actividad que necesariamente esté en las antípodas de su vocación musical. Si hoy el entorno nos
muestra la disrupción que produjo la tecnología en las plataformas o formatos
tradicionales de producción y comercialización de la música, lo más adecuado
para esta persona sería que sume conocimientos del “nuevo” entorno, para así poder
hacer viable “su” empleabilidad en
algo que, incluso, le permita “ampliar” el horizonte de su vocación.
Es por ello que la generación actual necesita ir
“adaptándose”, sistemáticamente, a las circunstancias del cambio frecuente. Básicamente,
esto implica tener en claro lo siguiente:
- Estar atento a los sucesos por devenir, justamente
para evitar que lo “sorprendan”. Si bien hoy existen “robots” que ejecutan
algunos instrumentos musicales, algo deberá hacer o tener en cuenta el músico
para mantener viva su vocación. Pero
cuidado, porque si reduce la cuestión “pensando” que los robots “tocan sin
alma” –aunque esté en lo cierto– estará
a un paso de caer en una trampa. ¿En qué sentido? Cuando el público en general
escucha música no la evalúa en todos aquellos aspectos que para un músico
profesional son vitales, sino simplemente se “conforma” con disfrutar cuán de
linda y agradable es la música que perciben sus oídos.
- Estar preparado, con tiempo, si en algún momento
deberá “aggiornarse” como músico, sin que por ello tenga que claudicar en su vocación. Esto en realidad vale para
cualquier profesión, por el simple hecho que estamos transitando una era que se
caracteriza por una creciente disrupción de innovaciones continuas, producidas
por el mismo ser humano.
De allí que la empleabilidad
sea una respuesta “puntual” del hoy y un “recurso” que cada uno deberá hacerla
valer en lo suyo, en post del propio sustento, para que coexista complementariamente
con la vocación que está llevando a
cabo.
¡El portador de Tu Marca Personal, como en el
caso del músico, recurre a la empleabilidad toda vez que necesita aggiornar su
profesión, para mantenerla en línea con su vocación, evitando que no se
resienta su proyecto laboral ni el sentido-beneficio que todo ello representa
para sus prójimos!
José
Podestá